En un giro inesperado de los acontecimientos, Eun Sung se encontró cara a cara con la realidad distorsionada. El cuerpo sin vida que sostenía entre sus brazos no era el de Hyun Woo, sino el suyo propio. Una sensación de desconcierto lo invadió cuando se dio cuenta de que había sido transportado a un mundo paralelo, uno en el que ahora él era la víctima y Hyun Woo el verdugo.
Las miradas se cruzaron en un silencio cargado de significado. Hyun Woo, con una expresión fría y determinada, sostenía el arma ensangrentada mientras Eun Sung luchaba por procesar la surrealista situación. En un instante, el equilibrio de poder se había invertido, y la tragedia parecía inevitable.
"Estamos destinados a estar juntos, incluso si eso significa matarnos mutuamente", susurró Hyun Woo con voz firme, desafiante. Eun Sung se vio atrapado en un torbellino de emociones encontradas, mientras se enfrentaba a la dura realidad de su destino entrelazado con el de su amante, en una danza macabra de amor y muerte.