"¡Bienvenido a casa, Kazu-kun! ¿Quieres darte un baño?, ¿O cenar? ¿O quizá...." La voz de Elena se desvaneció cuando Kazu la interrumpió con una mirada intensa y un silencio tenso. Los dos se quedaron mirándose fijamente, como dos combatientes en un duelo, con emociones turbulentas girando en el aire entre ellos.
Finalmente, Kazu rompió el silencio con una sonrisa irónica. "Quizá... ¿O quizá qué, Elena?", preguntó, su tono cargado de curiosidad y cierto desafío. Elena tragó saliva, sintiendo el pulso acelerado en su garganta. Había algo en la mirada de Kazu que la hacía sentir vulnerable, expuesta.
"Quizá deberíamos dejar de fingir, Kazu-kun", murmuró finalmente Elena, sus ojos brillando con determinación. "Quizá deberíamos hablar de lo que realmente está pasando entre nosotros". Kazu frunció el ceño, sorprendido por la valentía de Elena, pero también intrigado. Lentamente, se acercó a ella, susurranndo: "Quizá deberíamos dejar de resistirnos a lo que ambos sabemos que queremos".
Y en ese preciso momento, el destino de Elena y Kazu tomó un giro inesperado, arrojándolos juntos en un torbellino de emociones prohibidas y deseos enterrados. ¿Podrían encontrar la valentía para seguir adelante, o sucumbirían a la intensa atracción que los consumía? Las respuestas estaban por desvelarse en los secretos oscuros de aquella noche.