La timidez de Kotori hacía que su vida en la secundaria fuera un desafío constante. Su mundo parecía estar al revés cada vez que Yukito, el chico que se burló de ella en el juego de citas, se sentaba detrás de su pupitre. La hostilidad que irradiaba Yukito la mantenía alerta en todo momento, desafiando su tranquilidad.
Sin embargo, detrás de la fachada de chico problemático de Yukito, Kotori comenzó a notar pequeños destellos de vulnerabilidad. Una tarde, después de la escuela, lo vio ayudando a una gata callejera herida, con gestos tan delicados que hicieron cuestionar a Kotori su percepción de él.
Entre encuentros furtivos en la biblioteca y conversaciones incompletas en los pasillos desiertos, Kotori y Yukito se vieron obligados a confrontar sus propias barreras emocionales. ¿Podría su relación volverse más profunda que el simple acoso escolar? ¿O estaban destinados a permanecer en lados opuestos de la sala de clases para siempre?