La brujería de Hildegar brillaba intensamente bajo el sol de Kariya, envolviéndola en un aura mágica y misteriosa. Erkin, un hombre del norte con el corazón herido por la pérdida de su ciudad natal, seguía los rastros de aquella bruja hacia un castillo desconocido en lo más profundo del bosque. La sombra del atardecer se alargaba sobre el camino mientras Erkin avanzaba sin vacilar, impulsado por la esperanza de encontrar respuestas en aquella morada mágica.
Al llegar al castillo, descubrió que no era solo un lugar de piedra y sombras, sino un refugio de secretos olvidados y promesas incumplidas. Hildegar, con sus ojos centelleantes y su voz suave, le reveló su misión sagrada: encontrar la llave que abriría la puerta hacia un reino perdido en el tiempo. Erkin, con el corazón lleno de determinación y dolor, aceptó el desafío, sin saber que en su camino encontraría amistades inesperadas y enemigos mortales.
Entre el destello de la magia y el susurro del viento, Hildegar y Erkin se embarcaron en un viaje épico que pondría a prueba su coraje, su lealtad y su amor. En cada paso que daban, el sol poniente teñía el cielo de tonos dorados, recordándoles que su destino estaba entrelazado en un baile eterno entre la luz y la oscuridad. ¿Lograrían ambos sobrevivir a las sombras que amenazaban con consumir sus almas, o sucumbirían ante el poder abrumador de un sol que cegaba incluso a los más valientes?