Tiểu thư Marisol observaba desde lejos la complicada relación entre Chiya y Kei, dos jóvenes con personalidades tan opuestas como el día y la noche. Mientras Chiya era un torbellino de emociones, Kei actuaba como un bálsamo tranquilizador para él. Sin embargo, Marisol podía percibir una sombra de duda en los ojos de Chiya, una inseguridad que amenazaba con romper el equilibrio delicado que habían construido juntos.
Una noche, en medio de un paseo por el parque, Chiya finalmente reunió el coraje para abrir su corazón a Kei. Las palabras apenas salían de su boca, mezcladas con lágrimas de ansiedad y miedo. "¿Me amas de verdad, Kei? ¿O solo estás conmigo por lástima?". El silencio que siguió parecía contener la respuesta que Chiya temía escuchar.
Pero entonces, en un giro inesperado, Kei se arrodilló frente a Chiya, tomando sus manos con suavidad. Una sonrisa tierna se dibujó en sus labios mientras decía: "Nunca dudes de mi amor, Chiya. Porque yo también te amo con toda mi alma". Y en ese instante, el miedo y la incertidumbre de Chiya se desvanecieron, reemplazados por una certeza nueva y brillante: el amor verdadero siempre encuentra su camino, incluso en los momentos más oscuros.