En un callejón oscuro de la ciudad de los Blanks, Rex se encontraba cara a cara con el asesino de su hermano. Con su habilidad única de tocar físicamente a los Blanks, podía sentir la fría piel del villano debajo de sus dedos. Con la mandíbula apretada, Rex buscó en los ojos sin rostro de su enemigo en busca de respuestas, pero solo encontró oscuridad y misterio.
El asesino sonrió con malicia, revelando una hilera de dientes afilados. "Tu hermano nunca debió haberse entrometido en nuestros asuntos", susurró con voz gutural. Rex contuvo la respiración, sintiendo cómo la cólera y la sed de venganza hervían en su interior.
En un instante de pura determinación, Rex se lanzó hacia adelante, desatando una ráfaga de puñetazos y golpes que resonaron en el callejón. La lucha fue feroz, con cada uno luchando por su propia vida. En medio del caos, Rex vio un destello de luz en los recuerdos de su infancia, un vínculo perdido que podría cambiarlo todo.
Con un giro impactante, Rex se detuvo de repente, sus ojos llenos de comprensión. "¡Tú no eres el asesino!", exclamó con sorpresa. El verdadero enemigo estaba entre las sombras, tejiendo una red de mentiras y engaños que amenazaba no solo a Rex, sino a toda la ciudad de los Blanks. La búsqueda de la verdad había comenzado, y nada volvería a ser igual.