Dong-ha estaba sentado en su escritorio corrigiendo exámenes cuando de repente escuchó un suave golpeteo en la puerta de su oficina. Al abrir, se encontró con Chan-young parado allí, con una mirada desafiante en sus ojos y un leve sonrojo en sus mejillas.
"¿En qué puedo ayudarte, Chan-young?" preguntó Dong-ha con curiosidad, viendo la determinación en la postura del joven.
Chan-young inhaló profundamente antes de hablar, "Quiero que seas mi maestro, quiero que me enseñes todo lo que sabes... sobre el dolor".
Dong-ha se quedó momentáneamente sin palabras, sorprendido por la solicitud inesperada de su estudiante. Lentamente, una sonrisa traviesa se formó en sus labios mientras respondía, "Interesante... pero tengo una pregunta para ti, Chan-young. ¿Qué te hace pensar que yo soy un masoquista?".
Lo que Chan-young no sabía era que Dong-ha, en realidad, disfrutaba de experimentar sensaciones intensas y había interpretado mal a Chan-young desde el principio. Y así comenzó un juego peligroso entre el supuesto sádico y el accidental masoquista, donde las líneas entre el deseo y la realidad se difuminaban cada vez más.