De repente, después de tres largos años de espera y dolor, Maxine se encontró cara a cara con el hombre que alguna vez llamó marido. Su corazón latía con fuerza, mezcla de ira, decepción y un destello de esperanza. ¿Cómo podía él regresar después de tanto tiempo, sin una sola palabra de explicación?
Él, ahora convertido en un caballero famoso, la miraba con ojos arrepentidos, llenos de remordimiento por el daño causado. Maxine, la tartamuda hija del duque, luchaba por contener las emociones que amenazaban con desbordarse. ¿Cómo podía perdonarle por abandonarla de esa manera, sin una despedida, sin una explicación?
A medida que sus miradas se encontraban, un torrente de recuerdos inundó sus mentes. Maxine recordaba la noche de bodas, llena de ansiedad y timidez, mezclada con la chispa de la intimidad compartida. Él recordaba la promesa de amor eterno quebrada por la cruel realidad de su deber y ambición.
Entre ellos, un abismo de distancia y dolor. ¿Serían capaces de superar los fantasmas del pasado y encontrar la redención en el abrazo del presente? Solo el roble milenario bajo el cual se juraron amor eterno conocía la respuesta.