Faltaban apenas unos minutos para el atardecer en la ciudad, cuando Chi-seop, abrumado por la culpa y el dolor, se adentró en un callejón oscuro. Su corazón aún latía con fuerza al recordar la pérdida de su amante, cuando de repente, escuchó un gemido. Siguiendo el sonido, se encontró con Hogu, un joven atormentado por haber sido maltratado por sus padres adoptivos, quienes lo veían como un ser inferior por su habilidad de transformarse en perro.
Chi-seop, con el corazón herido pero con la determinación de ayudar a Hogu, se acercó lentamente. Sus miradas se cruzaron y en ese instante supieron que algo dentro de ellos se había conectado de forma inexplicable. Hogu rompió el silencio con voz temblorosa: "-¿Por qué me ayudas? ¿Por qué te importa lo que me pase a mí?". Chi-seop le respondió con firmeza: "-Porque me lo pediste, porque tengo la responsabilidad de salvarte".
En ese momento, una extraña pero poderosa conexión se formó entre ellos, un lazo que los unía en un destino incierto pero lleno de posibilidades. Ambos jóvenes, con sus heridas aún frescas, se prepararon para enfrentar juntos los desafíos que les deparaba el futuro, sin saber que su encuentro casual en aquel callejón oscuro cambiaría el rumbo de sus vidas para siempre.