En su desesperación por salvar su promedio académico, Lee Seung-hyun se vio obligado a formar equipo con Seo Chae-jun, la misma persona que lo acusó injustamente de acoso en el metro. Con cada interacción, ambos jóvenes descubrieron capas sorprendentes en el otro: los miedos ocultos, los sueños frustrados y las cicatrices emocionales que habían llevado a Seo Chae-jun a cometer aquella terrible equivocación.
A medida que trabajaban juntos en el proyecto de verano, surgieron chispas entre ellos, una mezcla de resentimiento, curiosidad y una extraña atracción. Seung-hyun se dio cuenta de que Seo Chae-jun no era la persona fría y manipuladora que había imaginado, sino alguien vulnerable y herido por un pasado que prefería ocultar bajo una fachada de indiferencia.
Por otro lado, Seo Chae-jun se vio obligado a enfrentar sus propios prejuicios y temores, a medida que su corazón comenzaba a sentir algo más que desdén por el chico que le recordaba sus propias inseguridades. Ambos luchaban contra sus demonios internos, tratando de encontrar un equilibrio entre el perdón y la autoaceptación.
La tensión entre ellos crecía, cada mirada, cada roce de manos, cada sonrisa compartida, alimentaba una conexión inesperada que los dejaba sin aliento. En medio de la confusión y la vulnerabilidad, Seo Chae-jun y Seung-hyun se preguntaban si había alguna posibilidad de redención y amor en medio de sus errores y arrepentimientos.