Las noches de Sasha se volvieron cada vez más intranquilas desde que su hermano le susurró al oído la existencia de un monstruo bajo su cama. Decidida a no dejarse amedrentar, Sasha ideó un plan audaz y un tanto peculiar. Una noche, tras asegurarse de que todos en casa estaban profundamente dormidos, se deslizó debajo de su cama y ahí permaneció, con los ojos bien abiertos, listos para desafiar a cualquier criatura que se atreviera a asomarse.
El tiempo parecía haberse detenido en la habitación de Sasha, mientras esperaba en silencio. Sin embargo, lo que no esperaba era la suave voz que resonaba desde las sombras. "¿Qué haces aquí, niña valiente?", preguntó el misterioso visitante. Sasha contuvo el aliento y respondió con determinación, desafiante: "Estoy aquí para demostrar que este espacio ya está ocupado. No permitiré que ningún monstruo perturbe mi sueño".
La criatura, sorprendida por la valentía de Sasha, reveló su verdadera naturaleza. Resultó ser un guardián de los sueños, enviado para protegerla de pesadillas y temores nocturnos. A partir de esa noche, Sasha y el guardián entablaron una amistad inesperada y juntos exploraron un mundo de aventuras y magia que solo existía en los sueños.