Bajo la luz sombría de la luna, Julieta se adentró en la orden de caballeros, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había asumido la identidad de Julio, un joven valiente decidido a cambiar el curso del destino. Sin embargo, lo que encontró en lugar del protagonista masculino fue a un archiduque enloquecido que la aguardaba en la penumbra de la sala principal.
"¿Dónde está el héroe de esta historia?" preguntó Julieta, tratando de mantener la compostura frente a la mirada intensa del archiduque.
"Mi querido Julio, el héroe eres tú", susurró el archiduque con una sonrisa siniestra en los labios. "He estado esperando tu llegada, sabiendo que vendrías a interferir en mis planes."
Julieta sintió un escalofrío recorrer su espalda al darse cuenta de que había subestimado la oscuridad que se cernía sobre la novela. Mientras luchaba por encontrar una salida, una verdad perturbadora se reveló ante sus ojos: el archiduque no solo conocía su secreto, sino que también parecía poseer un poder inimaginable que desafiaría incluso al personaje más fuerte de este mundo. El destino de Julieta pendía de un hilo, entre la obsesión del archiduque y la determinación de cambiar el final trágico de su hermana.