Bajo el manto de la noche, el mago de 8ª clase se arrastró por las sombras hacia el palacio imperial, su corazón herido por la traición de quien alguna vez llamó amigo. Con paso firme y determinación en los ojos, se acercó sigilosamente a la estatua de Ragnar, el emperador que había caído en la oscuridad.
"Has despertado a un demonio que ahora clama venganza", susurró el mago mientras desataba un antiguo hechizo prohibido. De repente, la estatua cobró vida, revelando la forma alterada del emperador traicionero. Ragnar rugió de furia al verse capturado por el poder del mago, quien sonreía con malicia.
"Es hora de que enfrentes tus pecados", anunció el mago, desatando una tormenta de magia negra que envolvió al emperador en recuerdos distorsionados de su traición. Entre destellos de luz y sombra, el emperador vio reflejado en el mago el dolor que había causado, la sangre derramada y las lágrimas derramadas.
En un instante, el hechizo se desvaneció, dejando al emperador temblando ante la verdad de sus acciones. Con un gesto sombrío, el mago de clase 8 se desvaneció en la oscuridad, dejando a Ragnar solo con sus remordimientos y la promesa de redención que resonaba en el aire.