En lo más profundo de su miedo, Ian se encontraba atado y vulnerable ante los gemelos, quienes lo miraban con desdén. La oscuridad de la noche parecía envolver la habitación cuando Dylan se acercó lentamente, con una sonrisa sádica dibujada en su rostro.
"¿Así que eres un espía, Ian?" susurró Dylan con voz gélida. Ian tragó saliva, sintiendo el pulso acelerarse en sus sienes. Elliott permanecía en silencio, observando la escena con ojos fríos.
Ian trató de defenderse, de gritar que era inocente, pero las cuerdas que lo aprisionaban le cortaban la voz. En un instante, la mano de Dylan se aferró con fuerza a su cabello, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos.
"Quizás deberíamos enseñarte una lección", murmuró Dylan, con una chispa mezquina brillando en sus ojos azules. Ian sintió un escalofrío recorrer su espalda, mientras la certeza de su futuro incierto se apoderaba de su ser.
La traición, el miedo y la duda se entrelazaban en la habitación, creando un ambiente tenso y cargado de peligro. Ian sabía que aquella noche cambiaría su vida para siempre, pero ¿en qué dirección?