Bajo la luz mortecina de la luna, Merlín se adentró en el castillo demoníaco, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cada paso resonaba en los pasillos oscuros mientras se acercaba al trono donde el supuesto Rey Demonio se sentaba con altivez. Sabía que su vida pendía de un hilo, su único objetivo era rescatar a su hermano cautivo.
Pero conforme se acercaba, una sombra se materializó frente a él, revelando los ojos ardientes de un demonio noble. "¿Quién eres tú, humano, que osas profanar este lugar sagrado?", gruñó la criatura con voz gutural. Merlín inhaló profundamente, sus ojos reflejando determinación. "Soy el Rey Demonio", declaró con audacia, sosteniendo la mirada del demonio.
Un silencio tenso llenó la habitación, el demonio escrutando a Merlín con intensidad. De repente, una risa retumbante resonó en las paredes, causando que Merlín se estremeciera. "¡Interesante, un humano haciéndose pasar por nuestro Rey!", rugió el demonio, revelando una mezcla de diversión y peligro en su mirada. "Muy bien, 'Rey Demonio', demuéstranos tu poder".
Merlín sabía que su prueba acababa de comenzar. Con el destino de su hermano en juego, se preparó para desatar todo su ingenio y poder. En un juego peligroso de engaños y estrategias, el joven mago estaba decidido a desafiar a los demonios y escapar de ese Devildom mortal.