Cuando Dongha se despertó, se encontró en medio de una Corea completamente diferente a la que recordaba. La ocupación era una realidad trágica que lo envolvía en un aura de misterio y peligro constante. Caminaba por las calles conocidas, pero todo parecía distorsionado, como si hubiera sido transportado a un mundo paralelo y oscuro.
En su mano sostenía el libro de Sungwu, con los dos como protagonistas. Las páginas temblaban mientras leía, y de repente, se detuvo en una escena desconcertante: ¡él y Sungwu se besaban apasionadamente en medio de un jardín florido! Dongha retrocedió, incrédulo, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.
Justo en ese momento, unas sombras misteriosas lo rodearon, susurros incomprensibles llenaron el aire y una figura se recortó contra la oscuridad. Era Sungwu, pero no como lo recordaba. Sus ojos brillaban con una luz sobrenatural, y una sonrisa enigmática adornaba sus labios. "Al fin has llegado", murmuró Sungwu, extendiendo la mano hacia Dongha.
Entre la confusión y la fascinación, Dongha entendió que esta Corea ocupada era el escenario de un amor interrumpido, un destino entrelazado por hilos invisibles que los unían más allá del tiempo y el espacio. ¿Podrían encontrar la redención en un mundo tan extraño y amenazante? Esa incógnita lo impulsó a adentrarse en un viaje épico y emocionante donde la verdad y el amor serían puestos a prueba en cada esquina de ese nuevo universo.