Bajo la tenue luz del atardecer, el aula estaba casi vacía, los murmullos de los estudiantes que se retiraban poco a poco se desvanecían en el aire. Yuki miraba a Koharu con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, sostenía firmemente una bolsa de chocolates en sus manos temblorosas. Este era el momento, pensó para sí misma, el momento perfecto para confesar sus sentimientos. Pero la ansiedad la paralizaba.
Cerró los ojos, contó hasta tres y tomó una decisión. Extendió la mano hacia la cortina, rogándole en silencio que la ayudara en este momento crucial. Las telas se deslizaron suavemente a su alrededor, ocultando a los demás, dejándola a solas con Koharu. Con manos temblorosas, Yuki extrajo con cuidado los chocolates de su bolsa y se los entregó a Koharu, la mirada llena de esperanza.
Koharu la miró sorprendido, sus ojos brillando con curiosidad. Yuki contuvo el aliento, esperando su reacción. Pero en lugar de tomar los chocolates, Koharu le tomó la mano suavemente y le sonrió con ternura.
"Yuki, no necesitas chocolates para conquistarme. Ya tienes mi corazón desde hace mucho tiempo."
Las lágrimas brotaron de los ojos de Yuki, sintiendo una oleada de felicidad y alivio. Finalmente, en ese pequeño rincón del aula vacía, se abrieron sus corazones y se confesaron mutuamente su amor, sellando su destino juntos en un dulce beso bajo la cortina que había sido su cómplice en ese momento mágico.