Bajo la luz tenue de la luna, Naoki se encontraba absorto en sus pensamientos en la habitación compartida. Su mente brillaba con la luz de los conocimientos, sus ojos fijos en el libro entreabiert, cuando un susurro le heló la sangre. Lentamente, levantó la vista para encontrarse con Onoda, de pie en la penumbra con una sonrisa traviesa en los labios. Naoki sintió una ráfaga de emociones contradictorias que lo invadieron, un misterio se cernía en el aire.
"Onoda, ¿qué haces aquí a esta hora?", preguntó Naoki con voz temblorosa, sin apartar la mirada de esos ojos oscuros que parecían contener secretos insondables.
Onoda se acercó lentamente, dejando entrever su figura esbelta bajo la luz escasa. "No pude resistir la tentación de descubrir qué oculta el brillante Naoki en la calma de la noche", murmuró con una risa juguetona, acercándose peligrosamente. La proximidad de sus cuerpos creó una tensión palpable, un magnetismo imposible de ignorar.
Entre miradas furtivas y palabras susurradas, Naoki y Onoda se adentraron en un juego peligrosamente adictivo de seducción y misterio, donde las barreras entre la razón y la pasión se desvanecían en la oscuridad de la noche. ¿Qué secretos se escondían detrás de esas sonrisas enigmáticas? ¿Podría Naoki resistirse a la seducción de lo desconocido, o sucumbiría ante el embrujo de Onoda? La noche prometía revelar más que solo secretos académicos.