La luz tenue de la luna brillaba en la habitación, iluminando los rostros de Nozomi y Eli mientras se miraban fijamente. El silencio reinaba entre las dos chicas, solo roto por el suave susurro del viento nocturno. Nozomi rompió finalmente el silencio, confesando sus sentimientos más profundos hacia Eli. Sin embargo, en lugar de recibir una respuesta amorosa, Eli se levantó de la cama, con lágrimas en los ojos, y salió corriendo de la habitación.
Nozomi se quedó atónita, sin entender la reacción de Eli. Decidida a encontrar respuestas, siguió a Eli hasta llegar a un viejo faro en el acantilado. Allí, entre susurros y sollozos, Eli finalmente reveló un secreto que lo cambiaría todo. Nozomi se tambaleó, aturdida por la revelación, sin saber cómo procesar la información.
Entre lágrimas y palabras entrecortadas, las dos chicas se abrazaron, confrontando juntas un pasado doloroso que las uniría más allá de lo que ninguna de ellas había imaginado. En medio de la oscuridad de la noche, un vínculo más fuerte que el acero se forjó entre Nozomi y Eli, prometiéndose el uno al otro que superarían juntas cualquier adversidad que se interpusiera en su camino.