Cuando Nazuna llegó a la casa Koyomi, Koshitarou no sabía qué esperar. Su presencia era como un rayo de luz en la oscuridad de su soledad, pero también traía consigo un aura misteriosa y peligrosa. A medida que los días pasaban, Nazuna demostraba ser mucho más que una simple niñera. Con cada lección impartida, Koshitarou descubría un nuevo poder dentro de sí mismo, un poder que lo conectaba directamente con el legado de los Koyomi. Nazuna no solo estaba allí para criar a un "buen demonio", sino para despertar al líder que yacía dormido en lo más profundo de su ser. Juntos, enfrentarían desafíos que pondrían a prueba su coraje, su lealtad y su amor, llevándolos por un camino de descubrimiento y redención.