Bajo la débil luz de la habitación de hospital, Sana observaba el suave rostro de Ayane mientras dormía plácidamente. Desde que se conocieron en la misteriosa máquina expendedora, sus vidas se entrelazaron en un torbellino de emoción y misterio. Ayane, con su mirada profunda y su sonrisa enigmática, despertaba en Sana sentimientos hasta entonces desconocidos.
A medida que su amistad se desarrollaba, Sana descubría capas ocultas en la personalidad de Ayane. Un día, cuando el médico anunció su próxima salida del hospital, Sana sintió un nudo en el estómago. ¿Qué significaba esto para su relación?
En su última noche juntas, mientras la lluvia golpeaba suavemente la ventana, Ayane se sentó al borde de la cama y tomó la mano de Sana entre las suyas. Sus ojos brillaban con determinación mientras pronunciaba las palabras que cambiarían sus vidas para siempre.