Título: Herejia
En los oscuros abismos del Infierno, donde los gritos de tormento retumban en las paredes de azufre, el Cristo yace vulnerable ante las fuerzas demoníacas. Sus manos traspasadas por clavos, su corona de espinas clavada en la frente, su cuerpo flagelado por el sufrimiento de la humanidad.
Los demonios se regocijan en su dolor, rodeándolo con risas siniestras y burlas crueles. Sin embargo, en medio de la agonía, un destello de luz emana del corazón del Cristo, desafiando la oscuridad que lo envuelve. Su mirada, llena de compasión y amor infinito, irradia una fuerza que los demonios no pueden comprender.
Poco a poco, las cadenas que lo atan comienzan a deshacerse, el suelo infernal tiembla bajo sus pies descalzos. Con cada gemido de sufrimiento, el Cristo se levanta, desafiante, dispuesto a enfrentar las sombras que lo oprimen. Los demonios, presos del pánico, retroceden ante esta muestra de poder divino.
En un instante de claridad, el Cristo se convierte en un ser de luz pura, emanando una energía que disuelve la maldad a su alrededor. Con un grito que sacude los mismos cimientos del Infierno, proclama su victoria sobre el mal y la redención de las almas perdidas. Los demonios se postran ante su grandeza, temblando de terror ante el poder que han subestimado.
Así, en medio de la oscuridad más profunda, brilla la luz de la esperanza, la promesa de la salvación para aquellos que se han perdido en las sombras. El Cristo, triunfante en su misión de amor y sacrificio, se yergue como un faro de esperanza en el abismo eterno. Su historia, la verdadera Herejía que desafía a los cielos y al infierno, perdurará por siempre en los corazones de aquellos que buscan la redención.