Cuando Hoozuki vio a alguien más atreverse a tocar la cola de Hakutaku, un destello de celos surcó su mirada. Su orgullo demoníaco no podía permitir que nadie más se acercara de esa manera a su compañero. Sin mediar palabra, su aura oscura se intensificó, envolviendo la habitación en un silencio tenso y perturbador. Hakutaku, sintiendo la presión sin igual emanando de Hoozuki, se giró lentamente hacia él, sus ojos encontrando los de su rival. En ese instante, ambos demonios supieron que la confrontación era inevitable, desatando una batalla de voluntades y emociones que cambiaría el curso de su relación para siempre. Cada mirada, cada gesto, cargados de deseo y desafío, creaban un vínculo peligrosamente intenso entre ellos, llevando su rivalidad al límite de lo prohibido.