Herida en lo más profundo de su orgullo, Natsumi observaba con desdén a Yoku-senpai mientras dirigía el entrenamiento del equipo de atletismo. No podía aceptar que su hermano hubiera dejado el cargo de capitán en manos de aquel chico de estatura tan diminuta. Sin embargo, algo en la determinación y destreza de Yoku-senpai despertaba una curiosidad latente en el corazón de Natsumi.
Una tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, el equipo se dispuso a practicar salto en largo. Natsumi no podía apartar la mirada de Yoku-senpai mientras este se preparaba para su turno. Con un gesto ágil, se lanzó por los aires y, en un movimiento casi sobrenatural, pareció desafiar a la gravedad. El silencio se apoderó de la pista y, por un instante, Natsumi sintió que el tiempo se detenía.
En ese preciso momento, la barrera que Natsumi había construido a su alrededor comenzó a resquebrajarse. ¿Qué secretos se ocultaban tras la aparente fragilidad de Yoku-senpai? ¿Podría ser que, en su mirada desafiante, Natsumi encontrara las respuestas que tanto anhelaba? La chispa de la curiosidad se encendió en lo más profundo de su ser, prometiendo desatar una tormenta de emociones incontrolables en su interior.