Dentro de la cueva del obsceno, el Slime Negro se retorcía con una malignidad recién adquirida. Ahora no solo era un montón viscoso de color oscuro, sino que también albergaba en su interior las habilidades y deseos de las criaturas que había devorado. Su mente, una amalgama de inteligencia robada, había encontrado un nuevo objetivo: la maga intrépida que se aventuraba en las profundidades de la cueva en busca de secretos arcanos.
Mientras la maga avanzaba con paso firme, ajena al peligro acechante, el Slime Negro la observaba con ojos que brillaban con una malicia indomable. Planeaba su ataque, esperando el momento oportuno para absorber no solo sus poderes mágicos, sino también su esencia misma. La batalla que se avecinaba no era solo por el dominio de la cueva, sino por la supervivencia de la maga y la pureza de su ser.
Pero lo que el Slime Negro no podía anticipar era el nivel de astucia y determinación que yacía en el corazón de la maga. Armada con su sabiduría ancestral y su coraje inquebrantable, estaba lista para enfrentarse a la oscuridad que la acechaba. En medio de la cueva retumbaba el eco de un enfrentamiento inevitable, donde las sombras y la luz lucharían por reclamar a su presa. Y en ese instante, el mundo supo que, más allá del nacimiento de un monstruo, estaba a punto de presenciar una batalla entre la codicia y la valentía, entre la obscuridad y la luz.