Los miembros del equipo de Kazura guardaron silencio mientras observaban atónitos cómo Bentegou, el espíritu perruno, tomaba el control de su cuerpo. Sus ojos brillaban con una intensidad sobrenatural mientras se acercaba lentamente a su jefe. Un susurro inquietante llenó la habitación cuando finalmente sus labios se encontraron en un beso fugaz. En ese instante, la sala se llenó de una energía caótica, haciendo temblar las paredes y estremeciendo a todos los presentes. Cuando Kazura finalmente recuperó el control de su cuerpo, la expresión en su rostro era indescriptible. Todos contuvieron la respiración, esperando ver qué acto vergonzoso ocurriría a continuación. Pero en lugar de eso, una sonrisa maliciosa se formó en sus labios mientras proclamaba con voz firme: "Ha llegado el momento de que las cosas cambien". Sus compañeros intercambiaron miradas nerviosas, conscientes de que el verdadero desafío acababa de comenzar.