En un día soleado de primavera, Masumi decidió llevar a Yuki a un lugar apartado en los límites de la ciudad. Yuki estaba nervioso, preguntándose por qué Masumi le pidió encontrarse a solas. Con el corazón latiendo con fuerza, finalmente se atrevió a preguntar: "¿Qué es lo que quieres decirme, Masumi?".
Con una sonrisa enigmática, Masumi se acercó a Yuki y dijo: "Yuki, no puedo sacarte de mi mente. Eres tan expresivo y genuino cuando estás conmigo, me encanta eso de ti".
Yuki se quedó sin palabras, su mente giraba intentando procesar las palabras de Masumi. "Pero, ¿qué pasa con todas las chicas que te rodean? ¿Y la supuesta novia que tienes?", preguntó Yuki con incredulidad.
Masumi tomó la mano de Yuki suavemente y respondió: "Ellas no significan nada para mí, Yuki. Eres tú el que ha capturado mi corazón y mi atención". Sus ojos brillaban con una intensidad que Yuki nunca había visto antes.
A medida que Masumi continuaba confesando sus sentimientos, Yuki sintió una mezcla de emociones en su interior. La confusión, el miedo y la curiosidad chocaban en su mente, pero en lo más profundo de su corazón, algo se estaba despertando.
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, pintando el cielo de tonos rosados y naranjas, mientras los dos jóvenes se miraban el uno al otro, sus corazones latiendo al unísono en un baile de emociones desconocidas.
Y así, en ese lugar apartado, entre susurros de amor y confesiones apasionadas, comenzó a florecer una historia de romance inesperada entre Masumi y Yuki, donde los secretos, los deseos ocultos y las verdades sin contar se entrelazaban en un vínculo más fuerte que cualquier carta de póquer.