Bajo la luz tenue de la luna, Shun Uruma se alzó entre las sombras, su rostro cubierto por una máscara fría de determinación. Cuatro años habían pasado desde la tragedia que lo dejó sin familia, alimentando en su interior una sed oscura de venganza. Los recuerdos de su hermano pequeño sonriéndole con inocencia ahora se entrelazaban con la idea de hacer pagar a aquellos cinco monstruos que les arrebataron todo.
Con la mirada fija en el horizonte, Shun recordó las duras lecciones de su abuelo, un hombre que había combatido en tiempos de guerra y le enseñó el arte de la venganza. Sus enemigos, los abusadores de su pasado, no sabían que habían despertado a un demonio en su interior.
Cada paso de Shun resonaba con determinación en la oscuridad de la noche, un alma atormentada en busca de redención. Su corazón latía al compás de su sed de justicia, mientras mentalmente trazaba su plan meticuloso para enfrentarse a aquellos que le habían arrebatado su luz.
La batalla estaba a punto de comenzar, y Shun Uruma estaba listo para convertirse en el sexto hombre del Juujika, el portador de la cruz de la venganza.