El sol comenzaba a deslizarse por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados sobre la Academia de Música Asagao. Saitozaki y Moriya se encontraban en la sala de práctica de pianos, ambos concentrados en sus partituras, sus manos danzando sobre las teclas con destreza incomparable.
Saitozaki, con su mirada fría y serena, ocultaba un torrente de emociones en su interior. Desde el primer día que conoció a Moriya, había sentido una extraña atracción hacia él, pero su orgullo y rivalidad le impedían mostrarlo. Moriya, por otro lado, tenía una sonrisa enigmática dibujada en sus labios mientras tocaba, como si supiera un secreto que solo él conocía.
Entre acordes y silencios, en medio de la melodía perfecta, algo cambió en el ambiente. Saitozaki levantó la mirada y se encontró con la intensa mirada de Moriya fija en él. En ese instante, un destello de complicidad y deseo pasó entre ellos, desafiando todas las barreras que se habían construido.
El silencio se hizo eco en la sala, solo roto por el suave tintineo del piano. Saitozaki tragó saliva, luchando contra sus propias emociones, mientras Moriya se acercaba lentamente hacia él, rompiendo la distancia que los separaba. En un susurro apenas audible, Moriya dijo: "Saitozaki, no hay necesidad de fingir más. Sé que lo que sientes es real".
Y en ese preciso momento, el mundo se detuvo para ambos, dejando al descubierto verdades que habían estado ocultas bajo capas de orgullo y rivalidad.