En la escuela secundaria Sunshine, todos los alumnos temen a Kuro Fukurou, un misterioso estudiante de intercambio de Japón con una reputación temible. Su mirada fría y su aura intimidante eran suficientes para mantener a raya a cualquiera que se atreviera a cruzar su camino. Sin embargo, lo que nadie sabía era que detrás de esa apariencia sombría se escondía un arte marcialista excepcionalmente talentoso.
Un día, un grupo de matones decidió poner a prueba a Kuro Fukurou, pensando que su edad les daría la ventaja. Rodearon al chico, burlándose de él y desafiándolo a una pelea. Con calma, Kuro se levantó y dio un paso adelante, revelando una sonrisa enigmática en su rostro. Lo que siguió dejó a todos boquiabiertos; en cuestión de segundos, Kuro derrotó a todos los matones con movimientos fluidos y precisos, demostrando una destreza marcial inigualable.
Desde ese día, la leyenda de Kuro Fukurou se extendió por toda la escuela, recordándoles a todos por qué no era prudente subestimar a la gente mayor. Con cada pelea, Kuro enseñaba una lección invaluable: la verdadera fuerza no reside en la edad, sino en la determinación y habilidad de uno mismo. Y así, el misterioso estudiante de intercambio se convirtió en un ícono de respeto y admiración, dejando en claro que no se trataba solo de un cuervo negro, sino de un águila real entre los hombres.