En una noche oscura y lluviosa, Kaito se encontraba parado frente a la puerta de la casa de Kusakabe-san, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Desde hace meses, había estado obsesionado con ella, una mujer enigmática cuya presencia lo envolvía en una red de misterio y deseo. Pero Kusakabe-san era escurridiza, siempre escapando de sus sentimientos y evitando cualquier compromiso emocional.
A medida que Kaito tocaba la puerta, un presentimiento lo invadió. Al abrirse la puerta, se encontró con un escenario inesperado: Kusakabe-san estaba de pie en el centro de la habitación, con lágrimas en los ojos y un miedo palpable en su mirada. Sin decir una palabra, le tendió una carta a Kaito, cuyas palabras resonaron en su mente como un trueno: "No soy quien crees que soy".
En ese momento, todo lo que Kaito pensaba saber sobre Kusakabe-san se desmoronó. La mujer a la que se aferraba con desesperación guardaba secretos inimaginables, y la verdad detrás de su relación era más retorcida de lo que jamás habría imaginado. Con el corazón roto y la mente en caos, Kaito se vio arrastrado a un torbellino de emociones incontrolables, sin saber si alguna vez podría entender quién era realmente Kusakabe-san.