En una tranquila tarde de primavera, en medio de un bullicioso café, dos amigos, Lucía y Diego, conversaban animadamente. Lucía, una chica dulce y amable, parecía cautivar a todos con su sonrisa cálida y su personalidad encantadora. Sin embargo, había algo en su mirada que en ocasiones inquietaba a Diego, como si escondiera un secreto oscuro detrás de esos ojos brillantes.
Una tarde, mientras tomaban un café, Lucía confesó a Diego que todos la veían como una yandere, obsesionada y posesiva en sus relaciones. Diego, sorprendido, le preguntó si era cierto. Lucía rió, pero sus ojos no reflejaban alegría. "Todos tenemos un lado oscuro, ¿verdad?", susurró en tono enigmático.
Con el paso de los días, Diego comenzó a notar pequeños detalles en el comportamiento de Lucía que no encajaban con su imagen radiante. Descubrió que guardaba recuerdos perturbadores en su habitación, fotos desgarradas y cartas llenas de desesperación. Intrigado, decidió investigar más a fondo.
Lo que Diego no sabía era que Lucía había vivido una tragedia que la marcó para siempre, una historia de amor perdida en la oscuridad de su alma. Su apariencia alegre y su actitud cariñosa eran solo máscaras que escondían la profundidad de su dolor. Y en su corazón, latía un amor tan intenso que podía llegar a ser peligroso.
A medida que Diego se adentraba en el mundo interior de Lucía, descubría capas de dolor y pasión que lo llevaban a un torbellino de emociones prohibidas. La chica que parecía una yandere guardaba en realidad un corazón destrozado, sediento de redención y amor verdadero. Y en ese café, entre susurros de secretos y miradas llenas de misterio, comenzaba a tejerse una historia de romance y oscuridad que cambiaría sus vidas para siempre.