En un rincón oscuro del teatro, la Gran Duquesa Malvada observaba con frialdad a su exnovio, que ahora ocupaba el lugar que ella misma debía tener en el escenario. Las luces brillaban con intensidad mientras recordaba la dulzura fingida de aquel hombre que ahora la traicionaba tan cruelmente. ¿Dónde estaba el hombre frío y distante que ella esperaba interpretar? ¿Qué ocultaba esa sinceridad en sus ojos? La rabia y el dolor se mezclaban en el corazón de la Gran Duquesa, mientras planeaba su venganza con una sonrisa siniestra en los labios. La dualidad de su vida real y de su papel en la obra se entrelazaban, desatando un torbellino de emociones y decisiones que cambiarían el destino de todos los involucrados. La Gran Duquesa Malvada estaba lista para demostrar que su maldad no tenía límites, ni siquiera cuando su corazón aún latía por aquel que ahora le daba la espalda.