Bajo el cielo brumoso de Pervaz, Asha Perbaz se encontraba en una encrucijada. Había sido humillada en la corte real, obligada a elegir esposo como una moneda de cambio. Pero Asha no era una princesa común, sino una guerrera con un espíritu indomable. Con determinación en sus ojos, anunció al emperador: "Para garantizar la paz en estas tierras devastadas, elijo al duque de Carlisle Haven como mi esposo". Las miradas en la sala se volvieron de sorpresa y desaprobación, pero Asha no flaqueó. Sabía que en los brazos de su enemigo podría encontrar más que un pacto matrimonial, un camino hacia la redención y la esperanza de un futuro mejor para su pueblo.