Entre las sombras de la noche, Yeonjo se deslizaba sigilosamente por los pasillos del palacio, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había esperado este momento durante tanto tiempo, el momento en que finalmente tendría la oportunidad de enfrentar a Kwon Hee-ryang, el hombre que lo había despojado de todo lo que amaba.
Con la espada escondida bajo su túnica de seda, Yeonjo se acercó a la habitación del gobernador, listo para la confrontación que cambiaría el curso de sus vidas para siempre. Pero cuando abrió la puerta, se encontró con una escena que lo dejó sin aliento.
Kwon Hee-ryang estaba de pie junto a la ventana, la luz de la luna plateada bañando su rostro con un brillo etéreo. Sus ojos se encontraron con los de Yeonjo en un instante, revelando una mezcla de sorpresa y reconocimiento. Sin decir una palabra, Yeonjo supo que las cosas no serían tan sencillas como él había imaginado.
En medio de la habitación, una flor de loto delicadamente colocada en un jarrón de porcelana parecía brillar con una luz mágica, emitiendo un suave perfume que llenaba el aire tenso entre los dos hombres. Yeonjo sintió su determinación tambalearse por un momento, mientras luchaba contra las emociones encontradas que lo invadían.
¿Sería capaz de llevar a cabo su venganza, o la presencia de Kwon Hee-ryang despertaría en él sentimientos que creía enterrados para siempre? Entre la espada y la flor, entre el odio y el amor, Yeonjo se encontraba en una encrucijada que determinaría su destino y el de aquel que una vez había sido su mayor enemigo.