Con el paso de los días, la situación en la habitación blanca se volvía cada vez más desesperada. Él, un hombre de mirada sombría, y ella, una mujer de misteriosa belleza, estaban atrapados en ese espacio estrecho, solo vestidos con su ropa interior. Las preguntas comenzaron a agolparse en sus mentes atormentadas: ¿Quién los había encerrado allí? ¿Qué quería esa persona de ellos?
A medida que el hambre y la sed los debilitaban, la cordura de ambos empezaba a desmoronarse lentamente. Los muros blancos parecían cerrarse sobre ellos, como si el lugar mismo estuviera vivo y quisiera sofocar cualquier atisbo de esperanza. En medio de aquel silencio abrumador, sus miradas se encontraron, reflejando el miedo y la desesperación que les consumía por dentro.
Pero justo cuando parecía que todo estaba perdido, un susurro en la oscuridad les reveló un secreto impactante que cambiaría por completo su percepción de la realidad. Un giro inesperado sacudió los cimientos de su existencia, desenterrando traumas del pasado y desatando emociones sepultadas bajo capas de dolor y resentimiento.
Ahora, en ese escenario claustrofóbico donde la locura amenazaba con devorarlos, tendrían que unir fuerzas y enfrentar sus demonios internos si deseaban sobrevivir. Unidos por el destino en esa habitación blanca, descubrirían que a veces la verdadera prisión no está en las paredes que los rodean, sino en los laberintos de la mente humana.