En el reino de Selenia, donde las bendiciones divinas eran parte integral de la vida cotidiana, Celistina se encontraba en una posición única. A diferencia de todos los demás habitantes de la pequeña aldea, ella no había recibido la gracia de los dioses ni los espíritus. En lugar de dejarse consumir por la amargura y el resentimiento, decidió tomar las riendas de su destino.
Decidida a demostrar que no necesitaba una bendición para ser poderosa, Celistina se propuso gobernar su territorio con sabiduría y compasión. A medida que su reputación crecía, la joven sin bendición comenzó a atraer la atención tanto de aliados como de enemigos. ¿Podría desafiar las expectativas y encontrar la fuerza dentro de sí misma para enfrentar las adversidades que se avecinaban?
Mientras la sombra de la intriga y la traición se cernía sobre la aldea, Celistina tendría que enfrentar su mayor desafío hasta el momento: proteger a aquellos que amaba y demostrar que el verdadero poder no residía en las bendiciones externas, sino en la fuerza interna de su determinación y valentía. La joven dama sin bendición estaba lista para redefinir su destino y escribir su propia leyenda en los anales de la historia de Selenia.