En lo más profundo de la noche, la pequeña princesa real del Imperio, con mejillas hundidas y cuerpo frágil, se arrastraba fuera de su escondite en el viejo castillo en busca de alimento. Su cabello enmarañado cubría la mitad de su rostro, ocultando su mirada perdida pero llena de determinación. Con sus uñas sucias y piel descolorida, parecía más una sombra que la heredera legítima del trono imperial.
Cada paso era un desafío, cada suspiro resonaba como un lamento en la oscuridad de la noche. Sin embargo, en lo más recóndito de su ser, ardía una chispa de rebeldía y deseo de recuperar lo que le pertenecía por derecho. La princesa sabía que el mundo exterior era cruel y despiadado, pero ya no podía soportar más el hambre que atormentaba su estómago vacío.
Mientras se adentraba en la ciudad prohibida, un destello de magia ancestral comenzó a brillar en sus ojos. Era el legado de sus antepasados que despertaba dentro de ella, otorgándole una fuerza sobrenatural y un coraje inquebrantable. Con cada paso, la princesa se acercaba más al destino que la aguardaba, donde la traición y la redención se entrelazarían en una batalla épica por su lugar en el trono.