La noche caía sobre el castillo de los Cartier, envuelto en sombras y misterios. Elisha, la joven de ojos avellana y cabello dorado, caminaba con paso decidido hacia la habitación de Lucerne, el hombre al que debía recurrir en busca de ayuda desesperada. Golpeó la puerta con fuerza, consciente de que su destino pendía de un hilo.
Al abrir la puerta, Lucerne la observó con frialdad, sus ojos azules como el hielo clavados en ella. "¿Qué quieres de mí?", su voz resonó en la habitación, llena de autoridad y peligro.
Elisha contuvo la respiración, antes de hablar con determinación. "Por favor, préstame algo de dinero. Y... hazme tu subordinada. Te daré toda la información que tengo", sus palabras eran un susurro.
La mirada de Lucerne se tornó aún más intensa, evaluando cada gesto de la joven frente a él. "¿Por qué debería confiar en ti?", cuestionó, su tono implacable.
Sin titubear, Elisha respondió con valentía. "Me entregaré como garantía", su voz temblaba ligeramente, pero sus ojos reflejaban determinación.
El silencio se hizo eco en la habitación, tenso y cargado de expectación. Finalmente, Lucerne habló de nuevo, su propuesta inesperada resonando en la oscuridad. "De acuerdo, pero yo decido cómo tratar la garantía", su voz era un susurro amenazante.
Elisha contuvo el aliento, sin imaginar lo que estaba por venir. "En primer lugar, cásate conmigo", las palabras de Lucerne resonaron en su mente como un trueno, dejándola sin aliento.
La sorpresa se reflejó en los ojos de Elisha, en un giro inesperado de los acontecimientos. Una transacción de información que se convertía en un contrato de matrimonio, un pacto que cambiaría sus destinos para siempre.