Bajo el sol de la tarde, en el bullicioso patio de la escuela, Komori caminaba con la cabeza gacha, tratando de esquivar las miradas curiosas que siempre parecían seguir su pequeña figura. Susurros y risas burlonas la rodeaban mientras se acercaba a su casillero, donde siempre buscaba refugio en la tranquilidad de sus libros y su mundo interior.
Por otro lado, Oobayashi irrumpió en la escena con su risa estruendosa y sus gestos exagerados, atrayendo todas las miradas hacia él. No había lugar para la sutileza con Oobayashi; siempre estaba en el centro de atención, ya fuera por sus chistes o por su alboroto constante.
A pesar de ser polos opuestos, Komori y Oobayashi parecían estar sincronizados en un extraño equilibrio. Ella, con su voz apenas audible, y él, con su tono ensordecedor, encontraron una conexión especial en medio del caos del día a día. Pero nadie podía predecir el giro inesperado que daría su relación cuando un secreto guardado celosamente salió a la luz, poniendo a prueba su amistad y su incipiente romance.