La noche envolvió el castillo en un halo de misterio y susurros. Winsty, la joven maga, caminaba por los pasillos oscuros, su mente llena de pensamientos tumultuosos. Aquella boda no deseada, orquestada por sus propios padres, la llevaba al borde del abismo.
De repente, un grito resonó en la penumbra. Era el duque, el apuesto y misterioso hombre con el que había sellado un pacto para protegerse mutuamente. Los enemigos de ambas familias se acercaban, sedientos de venganza y destrucción.
Con determinación en los ojos, Winsty se puso la máscara de idiota que tanto la caracterizaba. No era solo una joven maga, también era una estratega astuta y valiente. En medio de la confusión y el caos, ideó un plan audaz para enfrentar a sus enemigos y proteger al hombre que, a pesar de todo, había logrado conquistar su corazón.
El duque la observó con sorpresa y admiración, fascinado por la fuerza y la inteligencia de aquella mujer que había llegado a su vida como un vendaval. Entre chispas de magia y susurros de conspiración, su relación contractual se transformó en algo más profundo y peligroso.
La noche estaba lejos de terminar, y Winsty y el duque se adentraron juntos en un juego de sombras y secretos, donde la única regla era sobrevivir.