Bajo el sol ardiente de la escuela, Samejima, conocido por su temperamento explosivo, caminaba con la mirada fija en el suelo. La sombra de su figura diminuta parecía alargar su complejo de estatura. De repente, una voz familiar rompió el silencio: era Toraji, su amigo de la infancia. Samejima levantó la vista y sus ojos se encontraron con una mirada intensa y apasionada.
Toraji dudó por un instante, pero finalmente reunió todo su valor y confesó: "Samejima, te amo". Las palabras resonaron en el aire caliente, creando una atmósfera cargada de emociones. Samejima se quedó sin aliento, sin poder articular palabra. ¿Podría ser real? ¿Su amigo de la infancia, el único que lo entendía, estaba enamorado de él?
Los días pasaron entre sonrisas, risas cómplices y miradas furtivas. Samejima comenzó a cuestionar su propia identidad y sentimientos, mientras Toraji permanecía a su lado, firme y decidido. ¿Podría el amor florecer entre dos personas tan diferentes pero tan complementarias? ¿O los demonios internos de Samejima pondrían a prueba esta nueva y frágil relación?
Entre lágrimas, risas y secretos, el Animal con lágrimas en los ojos se enfrentaba a su mayor desafío: aceptar el amor que siempre estuvo justo frente a él.