Bajo el manto estrellado de la noche, Shiro Yamatachi se paró en la cima de la colina, con las Espadas del Cielo y el Inframundo brillando con una intensidad misteriosa en sus manos. La misión que le esperaba era más peligrosa de lo que jamás había enfrentado; sin embargo, el desafío solo avivaba la determinación en sus ojos.
A medida que descendía por el camino serpenteante que llevaba a la cueva prohibida, los susurros de las antiguas leyendas llenaban su mente. Las sombras danzaban a su alrededor, recordándole las consecuencias de su búsqueda: poder infinito o perdición eterna.
De repente, una figura encapuchada emergió de las sombras, con una sonrisa astuta en los labios. Era Lilith, la hechicera más poderosa del reino, cuyos motivos eran tan oscuros como su magia. Con una voz seductora, le ofreció un trato tentador que sacudiría los cimientos del mundo conocido.
Shiro comprendió que su destino estaba entrelazado con el de Lilith en formas que no podía imaginar. Mientras sopesaba sus opciones, las estrellas brillaron con una intensidad ominosa, presagiando una elección que cambiaría todo en Las Espadas del Cielo y el Inframundo.