Título: Mi Inesperada Confesión a Mi Hermanastra.
Era una mañana tranquila y soleada en la casa cuando desperté y me di cuenta de que mi hermanastra estaba profundamente dormida a mi lado. Su cabello rubio caía en ondas suaves sobre la almohada, y su rostro angelical parecía tranquilo en el sueño. Sin pensarlo dos veces, decidí despertarla de una manera un poco inusual.
Comencé acariciando suavemente su mejilla, sintiendo el calor de su piel bajo mis dedos. Luego, mi mano se deslizó hacia abajo, acariciando su cuello y bajando lentamente por su pecho. Su respiración se volvió más rápida, y su rostro comenzó a reflejar una mezcla de sorpresa y placer.
De repente, abrió los ojos y me miró fijamente, sin decir una palabra. En ese momento, supe que tenía que confesarle lo que había estado sintiendo en silencio todo este tiempo. Con el corazón latiendo con fuerza en el pecho, reuní todo mi coraje y le dije las palabras que habían estado dando vueltas en mi cabeza desde que la conocí.
El silencio que siguió fue ensordecedor, pero finalmente, una sonrisa se formó en sus labios y su mirada se llenó de complicidad. En medio de risas nerviosas y miradas cómplices, supe que nuestra relación nunca volvería a ser la misma. Ahora, juntos, enfrentaríamos un futuro lleno de desafíos, risas y, tal vez, un romance inesperado.