En el momento en que abrió el libro, Javier sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Las palabras impresas en las páginas parecían cobrar vida, envolviéndolo en un aura mística. Sin darse cuenta, se vio transportado al mundo de la novela que acababa de terminar de leer.
El paisaje a su alrededor era desolador, un universo postapocalíptico lleno de peligros y misterios. Pero lo que más le sorprendió fue encontrarse cara a cara con los personajes que solo había imaginado en su mente.
Javier pronto se dio cuenta de que tenía un poder extraordinario: el conocimiento omnisciente de todo lo que acontecería en aquél mundo. Con esa nueva habilidad, se embarcó en una aventura épica para guiar a los protagonistas a través de desafíos inimaginables y enfrentarse al destino que él mismo había trazado en su lectura.
Pero a medida que exploraba este nuevo universo, Javier comenzó a cuestionar su papel en la historia. ¿Era un simple espectador o el arquitecto de un destino mayor? Con cada decisión que tomaba, el equilibrio entre la realidad y la ficción se desdibujaba, desencadenando una serie de eventos impredecibles que pondrían a prueba no solo a los personajes, sino también su propia existencia.