El corazón de Sofía estaba dividido en dos. Por un lado, el amor intenso que sentía por su novio de largo tiempo, Marcos. Por otro lado, las sombras del pasado que se aferraban a su confianza. No podía olvidar las noches de insomnio, preguntándose si aquellas coquetas sonrisas que él solía regalar a otras chicas seguían presentes en su relación actual.
Una tarde soleada, mientras paseaban por el parque, un giro inesperado en el camino los llevó a un antiguo café donde se conocieron. El aroma del café recién hecho y la mirada melancólica de Marcos hicieron que el remolino de emociones en el corazón de Sofía se intensificara.
"¿Puedo confesarte algo?" murmuró Marcos, con los ojos fijos en los de ella. "Antes de conocerte, mi vida era un torbellino de indecisiones. Flirtear con otras era mi forma de escapar de mis propios miedos, hasta que llegaste tú y todo cambió. Tú eres mi calma en medio de la tormenta."
Las lágrimas asomaron en los ojos de Sofía, mezcla de alivio y angustia. ¿Debería confiar en sus palabras, darle una última oportunidad al amor que habían construido juntos? La respuesta yacía en lo más profundo de su corazón, en esa encrucijada donde el pasado y el presente se entrelazaban en un vaivén de emociones.