El regreso de Bae Siwoo a su ciudad natal después de 13 años desencadenó una serie de recuerdos turbios en la mente de sus amigos de la infancia. Aquel "incidente" que lo obligó a marcharse seguía siendo un misterio sin resolver, un fantasma que flotaba en el aire cada vez que se mencionaba su nombre. A pesar de todo, Siwoo se esforzó por mantener la compostura y disfrutar del reencuentro.
La cena de bienvenida se convirtió en un torbellino de emociones cuando, entre risas y brindis, Siwoo se vio en un estado de embriaguez que no había experimentado en años. Al despertar, con una fuerte resaca y una confusión palpable, su mano instintivamente se posó en su cuello, donde sintió una marca inconfundible. Levantó la mirada lentamente, y su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y angustia. ¿Quién había dejado esa marca de beso en su cuello? ¿Y qué significaba para él en aquel contexto cargado de secretos y resentimientos?
Un nuevo enigma se abría ante los ojos de Siwoo, una verdad incómoda que amenazaba con cambiarlo todo. La sombra del pasado se alargaba sobre su regreso a casa, desafiándolo a enfrentar los demonios que creía haber dejado atrás.