En la secundaria baja Uminari, Fate era conocida como la chica más popular del colegio. Todos los días recibía declaraciones de amor de sus compañeros y compañeras, lo cual la ponía incómoda y triste. Pero lo que más le dolía era ver la tristeza en los ojos de Nanoha, su mejor amiga desde la infancia. Decidida a proteger la amistad que ambas compartían, Fate ideó un plan poco convencional para alejar a todos los pretendientes.
Una tarde, durante el almuerzo en el patio de la escuela, Fate reunió a todos los admiradores y admiradoras. Con voz firme y decidida, anunció que ella ya tenía dueña: Nanoha. El silencio se apoderó del lugar, seguido de murmullos y sorpresa en los rostros de todos. Nanoha, sonrojada y sin saber qué decir, miró a Fate con incredulidad. Sin embargo, esta última mantuvo su mirada con determinación, dispuesta a sacrificar su reputación por la felicidad de su amiga.
Desde ese día, Fate y Nanoha se convirtieron en el centro de atención de todo el colegio, enfrentando desafíos, críticas y también momentos de complicidad que fortalecieron su relación. A medida que el lazo entre ambas se hacía más fuerte, descubrieron que el amor verdadero no entiende de género ni de convencionalismos, desafiando el destino y redefiniendo lo que significa amar en un mundo lleno de prejuicios.