El joven aprendiz de mago, Theo, miraba fijamente a Klaus mientras este preparaba sus pertenencias para partir hacia el castillo del rey. Un sentimiento encontrado de celos y deseo ardía en su pecho. Sin poder contenerse más, Theo soltó las palabras que había estado guardando celosamente: "Si es tan fácil regalarlo, ¡dámelo a mí!".
La mirada sorprendida de Klaus se encontró con la determinación en los ojos de Theo. Un aura de magia inexplorada brillaba a su alrededor, una mezcla de amor y resentimiento. Antes de que Klaus pudiera reaccionar, Theo pronunció un hechizo poderoso que lo encarceló en un frasco de cristal.
Ahora, con Klaus a su merced, Theo se enfrentaba a una encrucijada moral. ¿Qué haría con su amado maestro encarcelado? ¿Podría su amor sobrevivir a la traición y al poder desenfrenado de la magia? Mientras tanto, en lo más profundo de su ser, Theo sabía que la verdadera prisión no era la que había creado para Klaus, sino la que había construido alrededor de su propio corazón atormentado.