Bajo la luz de la luna llena, Ruru se encontraba sola en medio del bosque, sosteniendo en sus manos una joya mágica milenaria. Sin saber las consecuencias, pronunció las palabras ancestrales que liberarían a un antiguo poder dormido. De repente, una figura imponente emergió de la joya: Magu Menueku, el Dios de la Destrucción.
Con ojos llenos de curiosidad, Ruru observó cómo Magu-chan se levantaba, emanando un aura de caos y poder. Sorprendentemente, en lugar de destruir, el dios comenzó a jugar con flores, mariposas y pequeños animales del bosque, revelando un lado tierno y juguetón que nadie esperaba.
Pero la tranquilidad duró poco tiempo cuando el Culto del Caos descubrió la liberación de su deidad. Los Caballeros Sagrados fueron convocados para detener a Magu-chan y salvar al mundo de la inminente amenaza. Ruru, sintiéndose responsable, decidió acompañar al Dios de la Destrucción en su viaje para demostrar que, a pesar de su título, Magu-chan poseía un corazón puro y noble que podía cambiar el destino de la humanidad. A medida que su improbable alianza crecía, la verdadera batalla por la salvación del mundo apenas comenzaba.